El desierto es un terreno complejo, lleno de muchas necesidades, adversidades, problemas, situaciones complejas, y sobre todo, soledad. El desierto simboliza muchas cosas, pero una de ellas es la tribulación. No nos mintamos, a ninguno de nosotros nos gusta enfrentar problemas, situaciones difíciles o complicaciones en nuestras vidas, por una sencilla razón: Sufrir no es un ejercicio muy agradable.
Pero ¿Qué pasa si ese desierto de la tribulación es necesario? ¿Y si tras cruzar el desierto encuentras el lugar más feliz donde podrías estar? ¿Lo cruzarías?
Jesús, estando en este mundo, y sabiendo cada cosa que pasaría en su vida, permitió que su Padre le dejara cruzar el desierto, pero, ¿Por qué? ¿Había algo que enseñarnos allí?
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. (Lucas 4:1-4 RVR 1960)
Espero no te haya volado mucho la cabeza como a mí, porque necesito que estés concentrado leyendo lo que quiero decirte: ¡Dios sabe que en el desierto de la tribulación será donde Satanás tratará de tentarte más, porque estás debilitado! Pero, cuando llegue la tentación ¿Qué le responderás? ¿Con quien estas? ¿De dónde vienen tus fuerzas para continuar?
Escrito está. Sí, dos palabras que tienen un poder inmensurable. Jesús las utilizó para enfrentar a Satanás, porque entendía que su vida entera no dependía de sí mismo, a pesar de ser Dios, sino de la unión con su Padre celestial. Qué gran gozo sería que nosotros pensáramos lo mismo, que cuando venga el enemigo a tentarnos, a hacernos sentir débiles y solos, nuestra respuesta venga de la palabra de nuestro Salvador y Sustentador. Dios quiere que, cuando estemos en aquella dificultad cegadora, aprendamos a depender más de nuestro Padre eterno, porque solo en Él podemos encontrar el verdadero poder.
Las sagradas escrituras nos dicen, a través de Pablo: Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12:9-10 RVR1960)
Dios te sustenta SIEMPRE, si crees que así es. Cuando más débil eres, en medio del desierto de la aflicción, mejor se puede manifestar el poder de Dios en tu vida, pero es condicional, porque eres tú quien toma la decisión de resistir a Satanás y permitirle a Dios tomar control de tu vida para llevarte de toda su fuerza, o caer en la tentación y seguir atribulado y solo. Dios nunca te obligará, la decisión está en tus manos. Jesús te ha dado un arma letal contra el enemigo… Escrito está… ¿Quisieras probar?
Por: Sebastian Nizo